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¿ Por qué COFFE light?

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Olor a flor un negocio que prospero gracias al café.

  • Foto del escritor: Francis Torres
    Francis Torres
  • 7 jun 2018
  • 1 Min. de lectura

El negocio prosperó y en 1952 se abrieron las puertas Café Flor de Manabí en las calles Lorenzo de Garaycoa y Huancavilca.

 Poco después, el café también se expendía en pequeños quioscos ubicados alrededor del populoso Mercado Central de la calle Seis de Marzo.

Tanto en la tienda, como en cada uno de los quioscos, el café era molido en presencia del cliente.

Esa mágica costumbre siempre fue la marca del negocio de los Villacís. Aunque ahora, algunos clientes andan apurados y prefieren llevarse el café enfundado con anterioridad y perdiéndose la ceremonia de la molida del grano.

Lo curioso es que pese su nombre: Café Flor de Manabí, el grano que expenden siempre lo han traído de diversos puntos de la provincia de Loja: Alamor, Cariamanga, Cotococha.

“Las personas ignoran que el mejor café se cultiva en la altura, salvo en ciertos sectores de Manabí. En las partes altas se da un café superior”, acota  Aderita.

Los Villacís utilizan granos seleccionados de café arábigo. Sus proveedores lojanos le envían el café crudo. Acá, en Guayaquil, utilizan los servicios de la tostadora de El Conquistador.

 Ese grano tostado llega a la tienda y es molido en los dos molinos Hobart, máquinas que datan de 60 años atrás cuando eran lo último en tecnología.

Los molinos todavía están en buen estado y funcionan pero cuando se dañan, deben buscar los repuestos –ya fuera de circulación– entre las curiosidades y reliquias que, en bodega, guardó  Hipólito. Es cuando la familia Villacís invoca su memoria en busca de ayuda y esta siempre llega.

 
 
 

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